¿Tiene esto algo que ver contigo?

En WalkWithMeNow.com, cada semana propongo un ejercicio a los participantes y, a veces, lo comparto con el público en general, pues siento que, si lo hacen más personas, puede ayudar a que cambien muchas cosas en sus vidas y en el resto del mundo.

Esta semana, el ejercicio es muy poderoso. No tengo palabras para describir lo efectivo que es. Además, es un  ejercicio muy sencillo.

Pero primero, algo de contexto.

Durante los últimos años, tanto yo como otras personas, hemos comprendido que hay dos cosas muy importantes que debemos integrar en nuestras vidas para que la experiencia  en este planeta sea increíble y maravillosa.

  1. Alejarnos de la cultura del “yo, yo y solo yo”.
  2. Llevar la consciencia del colectivo humano a un nivel de alta frecuencia.

Este artículo es sobre el primer punto. Y el resultado del ejercicio es un paso hacia el segundo.

El cambio hacia un mundo más humano, creativo, pacífico, y lleno de posibilidades, en el que todas y cada una de las personas que lo integran puedan alcanzar plenamente su máxima capacidad, comenzó en serio en el siglo XIX. El «cambio» surgió con fuerza en ese momento y, desde entonces, no ha dejado de crecer.

Se ha visto  obstaculizado una y otra vez, es cierto, pero esas trabas solo lo han ralentizado, nunca han conseguido detenerlo, y tú eres la prueba de ello, pues estás aquí, leyendo esto.

La última obstaculización seria comenzó en los años 60 y ha durado hasta ahora. Y básicamente ha consistido en pasar de pensar en: «Nuestro mundo, nuestra iluminación, nuestro beneficio, nuestra gente, nuestro planeta…» a «mi mundo, mi iluminación, mi beneficio, mi gente, mi planeta, etc., etc., etc. «

Apuesto a que en esta vida has dicho más de una vez lo de “yo, yo y solo yo”. Diría que como mínimo siempre has hablado de «mi crecimiento», ¿no? Nunca se dijo que debía ser así. Nunca se dijo que te dedicaras a buscar «TU crecimiento» o «TU felicidad»… pero, ciertamente, en ese momento era lo que debías hacer, porque si no lo hubieras hecho tú, seguramente NADIE más hubiera dado dos peniques por tu crecimiento o tu felicidad.

Algunos dirán: «Bueno, siempre me preocupo por la felicidad de los demás y quiero hacer algo por ellos, aunque sea desagradable, porque eso les hace felices». Seguro que conoces a más de una persona que actúa así. Sin embargo, si indagas un poco,  descubrirás que lo hacen solo para gustar y ser queridos. O porque piensan que su camino hacia la iluminación (o la felicidad) es a través del sacrificio.

La cuestión es que durante este tiempo de obstaculización no solo se inculcó el «yo y nadie más que yo», sino también el «tú y nadie más que tú». Ambos ocultaron el «Nosotros».

La idea de volverse uno con los demás y no una persona que está en un grupo, sino una entidad colectiva que nos incluye a nosotros y a otros en ella, da miedo. Y da miedo porque ha sido diseñado así. La idea de lo que es un grupo se ha corrompido, pues solo se entiende el grupo cuando su intención es unirse contra otros, o cuando funciona para lograr una misión, una enseñanza o seguir a un líder.  El grupo humano de alta frecuencia aún no ha tenido muchas oportunidades de expresarse en nuestro mundo: el grupo en el que prevalece el “nosotros” y donde el individuo es cuidado y sabe que nadie le lastimará ni que otros serán lastimados.

Este tipo de grupo de alta frecuencia es en realidad la expresión natural de nuestra especie. La división y la agresión, que nos dicen que son «normales» en el ser humano, son algo totalmente antinatural. Hay más cualidades en este tipo de grupo que he mencionado anteriormente y sabía que era posible ser ese grupo (no formar parte de él, sino serlo), pero no sabía si era posible en nuestro planeta todavía

Bueno, durante el retiro de mayo de este año, los participantes decidieron que querían formar un grupo así y… ¡lo lograron! Vimos que era algo real, posible y factible.

Lo cierto es que los medios de comunicación nos asustarán hasta la saciedad con la idea de una mente colectiva. Todos hemos sido educados en culturas que promueven el “individualismo”, la “competencia” y el “ser los mejores”. Todo ello divide. Y la idea de ser uno con los demás se etiqueta inmediatamente como «mente colmena», cuando, de hecho, la mente colmena es lo que tenemos ahora en el planeta. Un grupo (persona, gobernante), diciéndoles a todos los demás (los esclavos) qué deben hacer. Y ellos lo hacen.

¿Recuerdas el método de «divide y vencerás»?

Eso es en gran medida lo que hemos vivido a lo largo de estas últimas décadas a través de la demonización del «grupo de una sola mente». Verás, en un grupo de una sola mente, no hay un subgrupo, un líder o una entidad que gobierne al resto. Es algo difícil de imaginar, pues no es una democracia ni un acuerdo, es, de hecho, la fusión de varios individuos en un solo ser. El individuo NO desaparece, sino que su consciencia, su conocimiento y sus sentidos se expanden para abarcar los de todos los demás. Son, al mismo tiempo, ellos mismos y el yo más grande.

Bueno, ahora sé, y quiero que tú también sepas, que ya se ha conseguido el modelo para la existencia de un colectivo poderoso y saludable.

Pero no tienes que intentar creerlo o incluso intentar unirte a ello. Todo lo que debes hacer por nuestra especie humana es pasar unos segundos de tu vida simplemente dándote cuenta de que las cosas de las que formas parte, las experiencias que estás teniendo, presenciando y alimentando… puede que no tengan nada que ver contigo.

Sí, este pequeño ejercicio puede cambiar tu vida entera y hacer que tu consciencia se expanda como si una explosión de energía de la Fuente entrara en ella. Y te dará una idea de por qué ser “yo, yo y solo yo” las 24 horas del día, los 7 días de la semana es una tontería. Serlo  unos minutos al día, un par de horas o incluso dos o tres días puede ser normal, natural y saludable. Pero no serlo TODO el tiempo.

Así pues, haz el ejercicio y y observa cómo te sientes y qué piensas.

Se trata de que ante situaciones, emociones, pensamientos, que estimulen en ti una reacción o una respuesta, ya sea positiva o negativa, digas las siguientes palabras y explores cómo cambia la situación:

«Esto no tiene nada que ver conmigo.»

¡Eso es todo!

Si tienes problemas para acordarte de hacerlo durante el día, simplemente  pon una alarma para que suene cada 3 horas aproximadamente, y cuando suene, siente que, sea lo que sea que estés haciendo o sintiendo en ese momento, no tiene nada que ver contigo.

Si este pequeño ejercicio te sirve para volverte menos “yo, yo y solo yo” y más “nosotros”, estás dando un paso en la dirección correcta 🙂

Si leíste hasta aquí, ¡Felicidades! Agradece tu buena disposición a escuchar todo lo que estamos explorando y lo que queremos conseguir.